Más allá de las cero emisiones netas

Compromiso ético y planificación adecuada para el medio ambiente y la comunidad en la construcción y la edificación

El Resumen para Responsables de Políticas del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC por sus siglas en inglés), publicado en octubre de 2018, detalla las medidas inmediatas necesarias para limitar el calentamiento global a 1,5 °C en 2100. Para lograr este objetivo, la acción global requeriría «transiciones rápidas y de gran alcance en el suelo, la energía, la industria, los edificios, el transporte y las ciudades», para reducir a la mitad las emisiones netas de CO2 en 2030 y lograr «cero emisiones netas» en 2050. Este anuncio es una llamada a la acción colectiva sin precedentes en la historia de la humanidad. Requiere de forma inherente la cooperación global en una cuestión que no entiende de fronteras y cuya circunscripción es absoluta. La complejidad de este reto es inmensa; se trata de un problema abrumador demasiado grave e interconectado como para ser resuelto por un único ente.

Para los que formamos parte del sector de la construcción, cuyo trabajo abarca estos seis sectores: suelo, energía, industria, edificios, transporte y ciudades, esta complejidad se ve agravada por el analfabetismo sistémico de los impactos directos e indirectos que nuestras decisiones y especificaciones tienen en todo el proceso. Nuestro enfoque en la «sostenibilidad» y la energía operacional ha exacerbado este problema logrando retrasar nuestras inversiones en la reducción de energía incorporada y, posiblemente peor, creando una cadena de suministro globalizada que posibilite la eficiencia energética. Si bien en la actualidad tenemos un conocimiento firme del valor U de una ventana abatible, no sabemos apenas nada de cómo y por quién se ha fabricado esa ventana, qué materiales se han utilizado y de dónde proviene.

Este es el dilema: ¿cómo escogemos entre dos ventanas? Si asumimos que ambas funcionan de la misma manera y tienen el mismo precio, ¿contienen minerales y materiales obtenidos, procesados y transportados de forma sostenible? ¿Alguna de ellas ha sido obtenida y fabricada con mano de obra justa? ¿Tiene alguna de las ventanas la mitad de la huella de carbono establecida en las normas del sector? Peor aún, ¿cuál es la norma?

Tenemos una década para reducir nuestras emisiones a la mitad, mientras seguimos proporcionando las viviendas, escuelas, hospitales e infraestructura necesaria para responder al aumento de la población global."

Disponemos de una década para reducir a la mitad las emisiones relacionadas con el funcionamiento y mantenimiento de los edificios e infraestructuras que hemos heredado. Tenemos mucho menos de una década para establecer de manera global referentes para todo lo que acaba en nuestros edificios, en nuestra infraestructura, en nuestro paisaje, para así tomar decisiones bien fundadas y medir nuestro progreso. No tenemos tiempo para no actuar, no exigir y no participar.

Instalación de vigas de madera de origen local en el Instituto para la Agricultura de Conservación de Ruanda, MASS Design Group. Imagen © MASS Design Group

Instalación de vigas de madera de origen local en el Instituto para la Agricultura de Conservación de Ruanda, MASS Design Group. Imagen © MASS Design Group

En MASS nuestro enfoque de la sostenibilidad va más allá del simple funcionamiento y rendimiento con un bajo consumo de energía. Consideramos la sostenibilidad a lo largo de toda la vida útil del proyecto: desde la fabricación del material hasta su eliminación y más allá. Un elemento esencial de nuestro enfoque es el énfasis en la fabricación local (Lo-Fab) que utiliza materiales y mano de obra obtenidos localmente. Esto genera estímulos económicos, capital cultural e inversiones de los usuarios que permanecen con el edificio y su comunidad y reducen radicalmente las emisiones de CO2 y energía. A su vez, esto hace más probable que estas soluciones de bajo carbono y alto impacto se lleven a cabo durante la vida útil del edificio y en futuros proyectos.

Antes de diseñar un proyecto, nos involucramos en un proceso de inmersión para identificar los productos y procesos que se utilizan en el contexto de nuestra obra. Estos son incorporados en el diseño y la construcción desde el principio. Esto reduce de forma drástica las emisiones por transporte, así como las de producción de materiales asociadas con el sector global de la construcción, que suponen casi un 40% de las emisiones globales.

El diseño de la ventilación pasiva, la calefacción, la iluminación natural y mucho más, disminuye las emisiones y los costes asociados con la instalación, funcionamiento y mantenimiento. La inversión en personal, herramientas y colaboradores para garantizar que estos sistemas de baja tecnología tienen un rendimiento de alto nivel, permite crear un equilibrio importante y sensible para minimizar las emisiones operacionales sin sacrificar la asequibilidad. A diferencia de los sistemas de alta tecnología, las soluciones pasivas son posibles incluso en el caso de los recursos más limitados. Dada la escala de la crisis medioambiental a la que nos enfrentamos, la escalabilidad y la resiliencia son críticas. Mientras que el foco en los materiales locales y el diseño pasivo garantizan que cada proyecto emita menos CO2 durante la construcción y el uso del mismo, los arquitectos y otros operadores del sector de la construcción deben considerar el ciclo de vida completo de una estructura.

La escuela de primaria de Ilima fue construida con bloques de adobe a base de arcilla y arena obtenidos en un radio de 5 km del proyecto, MASS Design Group. Imagen © MASS Design Group

La escuela de primaria de Ilima fue construida con bloques de adobe a base de arcilla y arena obtenidos en un radio de 5 km del proyecto, MASS Design Group. Imagen © MASS Design Group

Aunque todos estamos de acuerdo en que necesitamos claridad a la hora de definir la contribución definitiva del sector de la construcción a la limitación del calentamiento global, en la actualidad no vamos en la dirección correcta e incluso peor, podríamos estar visualizando el problema desde una única perspectiva en lugar de involucrar de forma completa a los sistemas en los que operamos. Estamos convencidos de que debemos actuar, pero aún debemos:

1) Aprender todo lo necesario sobre el desafío más allá de las estadísticas globales para entender profundamente lo que es particularmente relevante para el sector de la construcción y los sectores relacionados (fabricación, mano de obra, equipos, proceso de materiales, etc.).

2) Desarrollar argumentos convincentes y una filosofía integral para hablar abiertamente de esta cuestión entre nosotros, nuestros socios, nuestros clientes, los políticos, los educadores, de manera que se trate de una propuesta de valor que no sea considerada un servicio que solo unos pocos se puedan permitir, sino que se trate de lo correcto para todos y cada uno de los proyectos.

3) Lograr obtener las capacidades para negociar con sistemas externos a nuestros proyectos y así obtener el máximo resultado en cada proyecto en el que nos involucremos.

4) Establecer los criterios y procesos para decidir cuáles son las «prácticas no éticas», ahora que poseemos esta información.

Todo esto dentro de un contexto en el que entendemos un edificio como una confluencia de diferentes sistemas: medioambientales, sociales, económicos y emocionales con la sostenibilidad como elemento equilibrador entre esos sistemas. Es nuestra responsabilidad como diseñadores negociar un intercambio justo, beneficioso y reproducible.

Imagen principal: La gama de materiales utilizados para la construcción de la escuela de primaria de Ruhehe incluye piedras volcánicas y mampostería de ladrillo de origen local, techos de tejas de arcilla y adoquines de hormigón, MASS Design Group. Imagen © MASS Design Group